En la casa de la Virgen del Pino el presidente de Unión Deportiva Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, declaró que quizá se estaba sometiendo al equipo a demasiada presión, y razón no le falta. Fue él mismo, el primero que habló de cambiar el objetivo. Más tarde Branko Milovanovic ratificó el mensaje y catalogó como fracaso todo lo que no sea ascender.
Nauzet Alemán. Foto: Carlos Díaz-Recio |
Con el inicio de la Liga en el horizonte, Sergio Lobera ha querido pisar un poco el freno a tanta euforia y, aprovechando la coyuntura, quitar presión a los jugadores. El entrenador de Unión Deportiva admite que con la idea de juego que quiere imponer, el equipo va a triunfar, aunque también sabe que todavía no se ha podido ver la realidad, ya que el equipo no ha jugado contra rivales de la misma categoría.
La idea que Lobera quiere imponer es la del juego ofensivo en el que la posesión será el camino. Un fútbol en el que los laterales se convierten en carrileros y el equipo ocupa la zona de peligro del contrario con cinco o seis jugadores. Se acabó ir a Montilivi o a El Alcoraz a intentar ganar saliendo a empatar. Se acabaron los discursos vacíos en los que el árbitro, el césped, el frío, el karma o la alineación de los planetas superaban a lo meramente futbolístico.
Lobera transmite otra cosa. Las ventanas en Pío XII se han abierto y el aire fresco ocupa la atmósfera amarilla. La idea del técnico aragonés ha sido recibida gratamente por afición, jugadores, directiva y prensa. El domingo veremos el primer asalto.
Todo esto está genial. Estamos ilusionados. Demandábamos este mensaje y esta idea, pero hay que recordar que la Primera División no es la Segunda. Hay que recordar que Dani Castellano no es Dani Alves. No olvidemos que Vitolo no es Iniesta, Murillo no es Piqué, Deivid no es Busquets, y Messi… Messi solo hay uno. En definitiva, Unión Deportiva Las Palmas no es el Barcelona. Si esperamos lo contrario, nos volveremos a equivocar. No hay que confundir estar ilusionado con ser un iluso.