jueves, 4 de agosto de 2011

La historia en llamas

Vista del Insular. Foto: salvemoselinsular.es
Corría el año 1992 cuando mi padre, sin  previo aviso me montó en el coche y me acercó a un lugar abarrotado de gente. Mi vista de niño de 6 años no me dejaba ver más lejos, ni más alto, que la persona que gritaba y cantaba enfrente de mi. Mi memoria - de niño de 6 años -si que se acuerda de que mi padre me dijo "hijo, nosotros somos los amarillos". No entendía porque la gente iba vestida del mismo color, y tampoco cómo era posible que hubiese tanto colorido. No sabía quienes eran esos dos equipos, pero me acuerdo que ganamos y me fui a mi casa diciéndole a mi padre que me había encantado esa experiencia. Él me dijo "dentro de dos domingos, si te portas bien, volveremos". Seguramente no me porté bien, pero no fuimos solamente quince días más tarde, sino muchas veces más. 
Turu Flores. Foto: udlaspalmas.es
Mi padre se sorprendía porque a la semana ya me sabía la alineación del que a partir de ese día sería mi equipo. Me cuenta que antes del partido íbamos a un bar cercano y "discutía" con la gente mayor sobre la Unión Deportiva Las Palmas.
¿Recuerdos? Muchos. ¿Jugadores? Más de los que podría recordar, pero sobre todo ese olor a pulpo, esa bufanda que rezaba "Arriba d´ellos", ese "Hola Don Pepito, Hola Don José". En definitiva... El Estadio Insular
Los mayores del lugar vieron jugar a Guedes, Tonono, Juan Luis, Castellano..., que según cuentan fueron los mejores años del equipo. Se paseaban por el país abanderando un escudo. Grandes equipos y jugadores de talla mundial pisaron ese césped y olieron ese pulpo. Cualquier tiempo pasado nos parece mejor, pero esa sensación también la vivimos los más jóvenes. Un lugar capaz de albergar las ilusiones de varias generaciones. Yo vi jugar a Turu Flores, Walter Pico, Samways, Orlando, Socorro, Valerón... Vi a Casillas recoger cuatro veces el balón de dentro de la red, vi a Paquito salir en calzoncillos, y a hombros, vi a Gallardo hacer, eso, al marcar un gol, vi... mi infancia entre esas cuatro gradas llamadas Tribuna, Sur, Naciente y Curva
Incendio Estadio Insular. Foto: Tinta Amarilla
Hoy en cambio he visto, y sentido, otra cosa totalmente diferente. Algo que ya habíamos asumido como normal. El fuego y el humo que salía del Estadio. Esta tarde me ha vuelto a recordar ese sentimiento, a veces olvidado, y que hemos mamado desde pequeños. 
No podemos consentir que el Estadio Insular muera con la agonía de un enfermo terminal que está enchufado a una máquina esperando su final. No dejemos que el deterioro del tiempo incinere nuestra historia. No podemos, aunque sea porque nos acordemos de ese niño de 6 años que, algún día, todos fuimos.

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